Se las arreglaba bastante bien.
Celeste, quien perdió la audición a la de edad de 15 años, era encargada de recibir las quejas y reclamos de los clientes de una conocida empresa
de telefonía móvil.
«Se desempeñaba sin problemas. Nunca la vimos alterada por los
insultos o gritos que a veces nos propinan los clientes. Creíamos que tenía una
paciencia de oro», comenta una de sus ex-compañeras de trabajo.
Mientras que el responsable de los recursos
humanos de la empresa, asegura que «en el futuro, tendremos que ser un poco más
estrictos en las entrevistas laborales».
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